martes, 1 de diciembre de 2015

Primíparos

En primer semestre, en una clase de Contabilidad General, el profesor estaba explicando un balance en el tablero y a medida que iba dando conceptos, iba escribiendo diferentes cifras.  La mayoría de los que estaban en clase copiaban lo más rápido posible para tomar apuntes e ir a la par de la explicación, yo tomaba apuntes con una consigna que nunca me funcionó mucho "Voy a copiar todo y después en la casa lo repaso, estudio y entiendo".

Yo vi esa clase con Christian, un amigo que parecía no tener dificultad con ninguna materia, y para quien sacar más de 4 en los parciales era algo normal.  En medio de mi copia frenética de números, y tratar de que estos quedarán lo más ordenadamente posibles en mi cuaderno, Christian, que estaba sentado a mi lado derecho, me preguntó "Oiga,  ¿sabe de qué es esa cifra de la primera columna?" Como no sabía le respondí: "No ni idea,  ¿por qué no pregunta?" y me respondió "Pregunte usted".

Yo no le vi ningún inconveniente a eso, alcé la mano y le pregunté al profesor.  Este miró la cifra, que al parecer tenía un error o algo, pues apenas le planteé la pregunta me dio las gracias, la borro y escribió otra.  El cambió de esa cifra implico varios cambios en el resto de columnas, que para el profesor eran muy sencillos de  borrar y volver a escribir, al contrario de nosotros que escribíamos a lapiz o peor aun a esfero. Después de que hice la pregunta escuché el ligero murmullo de fastidio de todo el salón.

El punto es que nos la pasamos de primíparos toda la vida, y nos da pena preguntar lo que sea  por el que dirán, porque queremos dejar pasar los errores, porque queremos ser cool, porque está mal visto.   etc.  ¿Cómo carajos vamos a mejorar si no cuestionamos nada y tragamos entero?