Constanza y Martin, empleada y jefe, llegan a un café. Se sientan y luego de hacer el pedido, Martin saca unas hojas que están grapadas y un esfero. Juega con el mecanismo retráctil de este con algo de ansiedad, hasta que repara en su actitud o se aburre y se queda quieto.
Las hojas tienen un libreto que escribió Constanza. Martin, otra vez, le saca la punta al esfero un par de veces, hasta que finalmente decide revisar e libreto. Sabe exactamente cuáles son, según su criterio, las partes en las que tiene fallas o que podrían mejorarse, y comienza a hacer anotaciones en los márgenes de las hojas, mientras no para de hablar.
Constanza lo mira distraída. Contesta con monosílabos que siempre le dan la razón. No objeta nada seriamente, le da lo mismo que le diga que su texto es una mierda o que es el mejor libreto que ha leído en años. Juega a darle vueltas sobre el piso a la punta de su tenis, que tiene un diseño de arabescos naranjas que hace juego con su bufanda, del pie derecho.
Les llegan las bebidas, un capuchino para ella y una copa de vino tinto para él. Hablan sobre la fuerza de un aparte del texto en el que una mujer salta por una ventana, no sabemos si es una metáfora o si hace parte de la acción cruda de la historia. " ¿Entonces mejor quitar lo de la ventana?" pregunta Constanza
Martin, quizás sea un tic, vuelve a jugar con el esfero presionando el mecanismo a 10.000 clics por minuto, le da un sorbo a la copa de vino, y le responde: "Si, creo que es lo mejor."
Luego, dejando el trabajo de lado, se embarcan en una conversación que propone Martin sobre los tipos de personas que les caen bien, y con esta finalizan sus bebidas.
Al momento de pagar el jefe pide el datáfono, pero le dicen que no está funcionando. "Tranquilo, yo tengo efectivo" comenta Constanza y saca 2 billetes para pagar la cuenta.