miércoles, 26 de enero de 2022

A punto de volverse mierda

Luego de tomarse la selfie la mira. A Juliana le gusta la forma en que sus labios rojos contrastan con su cara blanca tirando a pálida.

Es el día de las agrupaciones de metal, un día para batir las cabezas al ritmo de la música y, ¿por qué no? Entregarse al ritual del pogo.

Está con un grupo de amigas. Todas gritan, agitan los brazos y hacen el símbolo tradicional de la mano cornuta.

“Nos metemos?, pregunta Juliana tiempo después de comenzado el concierto, cuando de un momento a otro una multitud de personas se avalancha a un claro del parque para dar comienzo a una tanda de pogo.

“Ni a bate Juli, fijo nos vuelven mierda”, le responde María, una mujer bajita y rolliza. “Aquí estamos bien, ¿no?”, concluye, y cuando voltea a mirar a Juliana, ya no la encuentra a su lado.

Está al borde del pogo que, como un remolino, poco a poco la absorbe. Siente una energía extraña, donde los empujones, patadas y puños esporádicos, más que agresiones, hacen parte de un ritual que es como una comunión del metal.

Toma impulso y se lanza, batiendo sus brazos y piernas, hacia la masa uniforme de cuerpos. Siente como choca con las personas, y en un momento decide dejar de moverse, adquiere las propiedades de un bulto y deja que los otros decidan su movimiento.

Sonríe, se siente feliz. A veces la golpean con fuerza, pero piensa que es un dolor agradable.

De repente alguien le pellizca el talón con una pisada y siente como su tenis se le desprende del pie.

Su desgracia justo ocurre en el climáx del pogo, la parte de la canción con el tempo mas acelerado y Juliana toma la mala decisión de agacharse a buscar su zapato.

Apenas se arodilla, siente como la agarran de las axilas, la halan fuerte, como si fuera una muñeca de trapo, y le ponen de pie.

Da media vuelta y se encuentra con la mirada de su salvador, un hombre Calvo con chivera, que lleva puesta una chaqueta de cuero con taches. Se miran fijo a los ojos por unos segundos; antes de darse media vuelta el hombre le dice: “Nunca, óigame bien, nunca se agache a recoger algo en medio de un pogo, la pueden volver mierda”.