lunes, 24 de septiembre de 2018

El zurdo

El zurdo era un hombre acuerpado o más bien gordo, ya no recuerdo bien; puede que su contextura física hubiera sido una, la otra, o ambas al tiempo, el caso es que era grande o, por lo menos yo lo veía de esa forma. Andaba en una camioneta grande, una 4x4 y muchas veces lo vi girando un llavero con muchas llaves, en el dedo índice de su mano derecha. Siempre llevaba una camisa blanca, desabotonada a la altura del pecho y que dejaba ver un par de cadenas de oro, metida dentro de un pantalón color Caqui. Parecía que se sentía en la costa a todo rato. Yo, en el colegio, siempre desconfié de esos estudiantes que se metían la camisa dentro del pantalón.

Me imagino que en algún momento supe cual era su nombre, pero ya lo olvidé, por eso solo recuerdo su apodo: El zurdo, pero quién sabe si realmente lo era o por qué razón se lo habían puesto. 

Nunca me dio buena espina, tenía algo extraño en su mirada y parecía un tipo de 40 años encerrado en el cuerpo de un niño de colegio. También creo que nunca crucé palabra con él, esto debido a su pinta de matón. Era un tipo, creía yo, con el que era mejor guardar cierta distancia.

Una vez, muchos de mis amigos estaban en el borde de la cancha fútbol, mirando un partido de mi curso contra el de él. El zurdo que, como ya lo dije, era un tipo de aspecto pesado, en todo el sentido de la palabra, estaba en la titular del equipo del otro curso. Siempre imaginé que él decía lo que quería y todos le hacían caso, pues llevarle la contraria fijo significaba tener problemas.

Les decía que estábamos viendo el partido, yo desde un montículo de pasto que hacía sus veces de grada y otros amigos sobre la línea que delimitaba la cancha, cuando el zurdo comenzó a disputar un balón con otro jugador. Corrieron unos metros cuerpo a cuerpo y justo antes de que el balón saliera por la banda, el zurdo, sin necesidad alguna, optó por meterle un taponazo, con su pierna izquierda,  que salió dirigido hacia los espectadores.

Merchán, un gran amigo, fue quien desgraciadamente se ganó el balonazo en toda la cara, que le reventó la nariz. Recuerdo también algunas voces de protesta en contra del zurdo que, como si nada hubiera pasado y mirando mal, fue a buscar el balón para sacar de banda.

No recuerdo cuanto quedó el partido, creo que perdimos.