miércoles, 3 de febrero de 2021

La culpa fue de Anais

Ayer tenía una reunión a las 6.

Minutos antes de esa hora me puse a leer. Tenía en mente el compromiso, pero se diluyó en la lectura y como siempre tengo el celular en silencio, ni modo de leer los mensajes en los que me preguntaban si me iba a conectar o no.

Faltando 20 minutos para las 7 miré el celular para ver qué hora era, y me dio por desbloquearlo. Fue ahí cuando miré los mensajes que me habían enviado. Pedí disculpas y les conté que me había puesto a leer y lo había olvidado todo. Luego me conecté.

Me gusta cuando eso pasa, es decir, cuando la lectura crea una burbuja que me aísla por un tiempo de las revoluciones del mundo y de la vida.

Si a alguien le debo echar la culpa es a Anaïs Nin, la responsable de sumergirme en ese estado, con el volumen III de sus diarios.

Como ya lo he dicho antes, los diarios de los escritores me cautivan, por su escritura cruda desprovista de estructuras narrativas, y en donde solo se preocupan en contar lo que les pasó en el día, o comparten ideas sobre la vida y cómo se sienten.

Muchas veces llego a los diarios antes que a las novelas del escritor(a). Así me pasó con Virginia Woolf, John Cheever y Anaïs Nin. Imagino que el orden, si hay alguno en esta vida, para lo que sea, debe ser el contrario: primero la ficción y luego las memorias, pero ¿qué más da?

Ayer Comencé ese volumen de diarios de Nin, y cuenta, en el invierno de 1939, lo mucho que le dolió haber dejado Paris.

Me gusta como escribe Nin, porque es muy sensible y descriptiva, pero sin necesidad de ser empalagosa, es decir, fomenta la imaginación del lector y no hace todo el trabajo por él.

“I felt every cell and cord which tied me to France snapping in me, the parting
 from a pattern of life I loved, from an atmosphere rich, creative and human, from 
intimacy with a people and a city.”

Si se trata de seguirle echando la culpa a alguien, llegué a sus diarios, primero el IV y ahora este, por unos posts de la gran Maria Popova (Brain Pickings).

Si en estas épocas virtuales les incumplo una cita, discúlpenme, seguro estaba leyendo.