lunes, 7 de marzo de 2022

Otra vez la muerte

“Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina.”

Eso dice Rosa Montero en La ridícula idea de no volver a verte, y sí, esos dos extremos que encierran la vida, se encarga de que le demos una nueva mirada a todo lo que hacemos, y que muchas cosas no son tan importantes como parecen.

La tía tenía 90 años. Me pregunto: ¿hasta que edad será prudente vivir?

Sándor Márai lo analizaba de otra forma en sus diarios:

“Dos momentos míticos de la existencia: cuando en el óvulo fecundado empieza a manifestarse la vida, esa energía terrible e inabarcable, y cuando esa misma energía deja de activar las células, entregando el testigo a esa otra fuerza terrible e inabarcable, la muerte. Ésta es la realidad, todo lo demás son ilusiones triviales, repugnantes”.

Hacía rato que la tía se venía marchitando. Llevaba ya varios meses sin hablar y cuando alguien le decía algo, sus ojos se movían como atentos a la voz, pero quién sabe qué tan delgado era el hilo que la conectaba con la realidad.

El fin de semana la pasó muy mal. El sábado tuvo fiebre, vómito, la oxigenación en la sangre se le fue al piso y la tensión se le disparó por las nubes. Llevaba horas sin dormir, presa, al parecer, de angustia.

Ya en la clínica lograron estabilizarla.

La enfermera que se quedó con ella, llamó a las 6 de la mañana del domingo para avisar que seguía bien: Dormía y sus signos vitales eran normales.

Luego, a las 7, Liliana volvió a llamar. “En un momento respiró y exhaló profundo, y ya" dijo.

“Silencio antes de nacer, silencio después de la muerte, la vida es puro ruido entre dos insondables silencios.”
- Isabel Allende -