Hace un par de horas me senté a escribir algo, pero me sentía cansado, quizá debido al ataque de rabia que experimenté hoy.
Pensé hacerlo en tercera persona, ficcionar de alguna manera el episodio, pero a veces es mejor narrarse en primera. Empecé a escribir un post titulado “Envidia”, pero después de tres párrafos lo encontré zonzo por todo lado, así que decidí borrarlo. Luego, todavía con la sangre hirviendo, me eché en la cama a ver una serie, y exactamente a las 11:40 me entraron ganas de escribir algo, de sacar del sistema los vestigios de esa rabia que oscureció mi día; entonces aplique la técnica de siempre cuando el día se va a acabar y quiero escribir: Creé un post fantasma al que le di el título de punto (.), para editarlo una vez terminara de escribir.
Ahora, con la ayuda, claro está, de los dos capítulos que me empaqué de la serie y lo que he escrito, me parece que fue una simple pataleta, unas ganas desmedidas de coger el mundo a patadas y puños, cosa que no hice porque habría sido muy doloroso. Además, ahora que repaso todo, no entiendo muy bien que fue lo que lo originó.
Traté lo mejor que pude de liberar toda esa energía, me refiero a la de la rabia, a través de madrazos liderados por la palabra hijupueta, pero eso no dio mucho resultado, pues el insulto, el que sea, siempre nos deja incompletos, como con ganas de algo más; de ahí, supongo, que las personas enloquezcan y hagan cosas de las que no se creían capaces.
De todos modos no le podemos echar toda la culpa a la rabia, y menos en esta época, de la que me molesta que, supuestamente, todo debe ser paz, amor, felicidad y pues no, estimado lector, la balanza de cualquier cosa, nunca se puede inclinar toda hacia un lado, pues siempre debe existir un equilibrio.
Aunque quizá no tenga que ver con el tema, cuando experimento rabia de cerca, la mía o la de algún familiar o amigo, siempre me acuerdo del título de la canción de los Beatles Happiness is a warm gun (La felicidad es un arma caliente), y también de Freedom: “Your anger is a gift” (Tu ira es un regalo).
Uno tiene derecho a emputarse, y la felicidad puede ser un arma de doble filo.