Hay personas a las que parece que no les corre sangre por las venas sino bilis. Estar cerca de ellas es muy desgastante, pues se chupan toda la buena energía que pueda existir en el ambiente y uno termina, como ellas, amargado hasta el cogote.
A veces la mejor solución es alejarse y evitar cualquier tipo de interacción con ellos. Tal vez esas personas frecuentan lugares que nos gustan, entonces ahí entra a jugar el apego que le tenemos a las cosas y/o lugares. Poder desprendernos, de situaciones, cosas o personas debería ser más fácil, pero nos negamos a aceptarlo y más que eso, nos negamos a aceptar que todo cambia, evoluciona, que nada es igual a como fue ayer.
Decir adiós no es el fin del mundo, mucho menos cuando se lo decimos a esos espacios que ya no nos generan el mismo placer de antes.
"Muchos creen que el líquido de la vida es la
sangre, y puede ser;
pero el del alma es la bilis."
- El hombre que murió la víspera -