sábado, 9 de febrero de 2013

Una de sus últimas lecturas

El rango de equivocación de los Mayas era de 50 días. Hoy tembló,  cayo un aguacero con dimensiones, me imagino yo, muy similares a las del diluvio universal y quien sabe que otra clase de cosas pueden estar pasando en este mismo instante: muertos levantándose de las tumbas, naves alienígenas invadiendo el planeta, en algún laboratorio súper secreto y súper científico, un tubo de ensayo con un virus letal se cayó al piso y se rompió,  la órbita del cometa Halley se chifló y  viene directo a impactarnos,  etc. etc. etc.  El fin fin del mundo puede estar por ocurrir en cualquier momento de esta noche de Sábado fría y oscura.

El fin del mundo sería mejor así, sin el previo conocimiento de ningún habitante del planeta, para que no le pudiéramos dar bombo al tema; como si Dios hoy de un momento a otro, hubiera pensado: "bueno, si la moneda que voy a lanzar cae en sello, los humanos, de los cuales a veces me cuestiono tanto su creación y existencia viven o si cae en cara lo siento mis amigos pero empaquen sus maletas hacia la eternidad (¿qué es eso de la eternidad?, siempre me ha sonado como algo supremamente aburridor, como sentarse indefinidamente a hacer algo que a uno no le gusta).

Si hoy todo se acaba, moriremos sin haber realizado muchos de nuestros sueños, por ejemplo, queda claro que mi plan de filmar una película porno en Praga con Jessica Alba y Cerina Vincent (¡Si! las dos al tiempo, déjeme ser garoso) se iría al traste. Otros dejarían este mundo sin haber definido su trama, lo que me parece más triste y caótico que el fin del mundo en si y otros, muy pocos, considerarían que ya están listos para largarse.

Así que si usted leyó esto y si todo va acabar, deje de pendejear y póngase a hacer algo que lo haga feliz.