Ya Perdí la cuenta de los días que llevo sin escribir acá.
Bueno no la perdí, sino más bien nunca la encontré, es decir nunca la llevé. Esto que acabo de escribir quizá no tenga mucho sentido, pero vale cinco, pues uno al final escribe lo que le dé la gana, sin importar lo que piensen las personas, es decir, no se escribe para el aplauso.
La culpa, de no escribir me refiero, la tiene mi puta cabeza. Llevo semanas con dolores de cabeza diarios y simplemente no soy persona cuando tengo las crisis, pero bueno a quejarse a otro lado.
También parezco una farmacia ambulante con todo lo que me han recetado. Esto me recuerda una frase de Juan José Millás de su diario novelado La vida a ratos:
“Ya tengo incorporadas cuatro pastillas que son para toda la vida. Todos los días de mi puta vida me las he de tomar con el desayuno o con la comida o con la cena. No se trata de un gran trabajo, pero su ingesta posee un significado simbólico de la hostia. El significado simbólico es que me hago viejo de manera real, palpable”.
Puede ser que ese desbalance físico se deba a no escribir. Por alguna razón, antes de los dolores de cabeza, dejé de hacerlo un par de días y eso fue lo que los desencadenó, y si se siguen presentando es simplemente porque no saco de mi sistema lo que necesite expulsar de él en letras.
Esa es mi teoría y la pondré a prueba. A partir de hoy intentaré escribir algo, lo que sea, aunque mi cabeza esté a punto de explotar.
Deséenme suerte.