sábado, 7 de junio de 2014

Estoy muy triste

No lo estoy.  Me imagino que  puede haber algunas personas que les interesó el título de este post, para ver que desgracia les quería contar, y la posible razón de ese estado. Uno a veces suele ser así de amarillista con la desgracia ajena, le gusta como verla o admirarla de lejos, para sentirse tranquilo de no estar experimentándola y tener un punto de comparación; en resumidas cuentas para ver que otros andan más jodidos que uno.

La felicidad esta sobravalorada.   ¿Por qué a muchas personas les gusta poner "estoy muy feliz" en los estados de las redes sociales y nunca ponen "estoy muy triste"?  ¿Qué razón hay para que a la tristeza se le deje a un lado, siempre como la mala del paseo?  ¿Por qué se le tiene miedo? ¿cuantos de esos estados en verdad expresan un sentimiento genuino de felicidad?  ¿qué carajos es la felicidad? Nada más subjetivo que eso.  Es obvio que es preferible sonreir que llorar, pero no creo que  todo lo relacionado con la tristeza tenga que ser malo o fatal.

Considero que esas ocasiones donde estamos tristes son buenas porque son focos de cambio. Son esos momentos los que hacen que analicemos de verdad las situaciones,  que nos planteemos buenas preguntas que no tienen otro fin que cuestionar el status quo, zona de confort o llámelo como quiera.  

La tristeza es buena, porque indiscutiblemente nos induce a actuar para cambiar dicho estado a su complemento. Deberiamos tener los cojones suficientes para también poder decir, en determinado momento, que estamos tristes o muy tristes.  Este mundo no es de pajaritos que se posan sobre nuestro hombro para cantar y conejitos que nos acompañan dando salticos mientras caminamos; más bien es de palomas que nos pueden cagar la cabeza en cualquier momento y huecos (simbólicos y literales) de los cuales tenemos  que estar pendientes en todo momento, para que no  nos dañen el caminado.