Algo que quiero cambiar en mis fines de semana son mis horarios de alimentación. Algunas veces me levanto tarde y no desayuno sino que almuerzo; o desayuno muy tarde y entonces almuerzo como entre las 3 y las 6 p.m.
Este fin de semana que pasó, también me desordene con el horario de las comidas y terminé almorzando a eso de las 3:30 p.m en uno de los establecimientos de "El Carnal". Después de que hice el pedido y me aguanté al cajero con su retahíla de " ¿Pero no quiere echarle queso yo no se qué? es buenísimo, y que le parece una adición de güere güere güere..." No gracias, no gracias, no gracias...no gracias (un "no gracias" por cada una de las adiciones que me menciono el señor) le respondí y me fui a esperar que vibrara el disco ese que a uno le entregan.
Cuando finalmente salió la orden, me pare a recogerla y el señor me puso un tarrito con salsa de la suave, y yo como soy todo un valiente le dije "regaleme también de la que es bien picante". El señor me echo un poquito en otro tarrito, yo no le dije nada y me fui a comer.
Yo no se para que pedí salsa picante pues le eche solamente un poquito a uno que otro bocado y ya; incluso tampoco le eche mucho de la suave, mejor dicho, desperdicie salsas y los tarritos plásticos donde las echan.
Eso paso porque pedí porque sí, porque se me dio la gana y no porque realmente quería satisfacer una necesidad específica Muchas veces nos pasa eso en cualquier contexto, ¿no cree estimado lector? , pedimos y pedimos cosas que no tenemos ni idea como las vamos a utilizar.