miércoles, 22 de agosto de 2018

El ritual del limpión de cocina

Preparar el desayuno es uno de los rituales del día que más me agrada. Hay algo, creo, en todos los pasos y/o subrituales que componen ese gran ritual que, digamos, resulta sanador. Debe ser, imagino, que el cerebro lo asocia con un momento zen de presencia plena; algo muy personal y que nos me brinda la oportunidad de estar realmente solo, al mismo tiempo que en paz con mis pensamientos. ¿A alguien más le ocurre eso?, espero que sí.

Sé que no tiene nada del otro mundo, pero el simple hecho de medir el agua, la cantidad de café para que quede en el punto que me gusta, ni muy fuerte, ni muy claro; decidir si utilizar la cafetera italiana o la prensa francesa; prender el fogón, calentar una arepa o un pan en el horno; alistar el huevo y lo que le voy echar, en fin, hacer lo uno y lo otro es algo que me tranquiliza.

En medio del proceso, utilizó el limpión de cocina para secarme las manos o secar la loza que voy a utilizar, actividad que representa el clímax del todo el ritual del desayuno; a ver me explico.

Cuando termino de utilizarlo lo lanzo, a veces con un estilo de basquetbolista, otras muy chambonamente, hacia los ganchitos de la pared donde se cuelgan esos trapos.

Mi ritual es el siguiente: Cuento con tres intentos para que el limpión quede colgando de un gancho. Si lo encesto, enchocolo, le atino al primero, significa que voy a tener un día maravilloso, y esa suerte disminuye si logro mi cometido en el segundo o tercer intento.

A veces ocurre que no me levanto con la puntería adecuada y no logro que el limpión quede colgando de un gancho en ninguno de los tres intentos. En ese caso repito la operación hasta que consigo dejar el trapo colgando, pues, de no ser así, significa que mi día va a ser muy normal, aburridor o, incluso, trágico. 

No llevo una estadística de éxitos y fracasos en mi lanzamiento de limpión y mucho menos una de días buenos y días malos; ni tampoco sé muy bien a que me refiero cuando hablo de un día genial o un día trágico. Solo quería contarles un poco sobre uno de mis rituales mañaneros.