martes, 25 de julio de 2017

Agua o balazo

A Alberto Skizzen Le da rabia no poder escribir nada. Tenía toda la intención de hacerlo, pero tiene las palabras atoradas en sus manos o cerebro. Se golpea suavemente la cabeza con dos dedos para ver si enciende el proceso creativo de escritura, pero no ocurre nada.

Le da aún más rabia no hacerle honor a su apellido. Skizzen significa esbozo, y ¿acaso no debería ser ese el estado natural de su cerebro?, ¿Un terreno fértil repleto de bosquejos de historias; un remolino de personajes, tramas y mundos que se alimentan entre sí?

“¡Estúpido cerebro!” piensa. En medio de su desazón, una imagen le llega a su cabeza. Un hombre, no sabe quién es ni como se llama, se encuentra en un cuarto vacío en el que solo hay una mesa de madera vieja, sobre la que reposan un vaso de agua y una pistola.

“¿Pero qué hace ese hombre ahí? Se pregunta. “¿qué circunstancias y/o sucesos lo llevaron a ese lugar? Skizzen no tiene la respuesta a ninguna de las preguntas, pero la imagen lo cautiva y le gustaría escribir un relato a partir de ella.

“La chispa siempre está en el conflicto” piensa, “ ¿Cuál es el conflicto del hombre del cuarto?” De pronto se le ocurre que el hombre lleva encerrado allí muchas horas, y que sus captores, unos hombres crueles, en vez de torturarlo a punta de golpes y corrientazos decidieron dejarlo sin comida. 

El hombre solo puede escoger una cosa o la otra, el vaso o la pistola; prolongar su vida por un par de  horas más, luego de tomarse el vaso con agua, hasta que su cuerpo se deshidrate por completo  o pegarse un tiro.

¿Cuál será su elección?