jueves, 26 de abril de 2018

Ser una canción

Hoy el dios de la aleatoriedad me concedió está canción y llegué a la conclusión de que me gustaría ser ella. ¿Como es eso posible?, no tengo ni la menor idea, pero fue algo que, digamos, sentí en el momento en el que la escuché. 

De pronto todos tenemos enterrado en el cerebro, en nuestras células, en los recuerdos, vaya uno a saber dónde, rasgos de sinestesia, esa maravillosa capacidad de sentir diferente, es decir: oír colores, ver sonidos, o saborear texturas, como un revuelto de las respuestas de nuestro cerebro ante cualquier tipo de estímulo. 

Me pregunto si algún escritor presenta o habrá presentado esa condición. Imagino que sería una ventaja increíble al momento de escribir, pues muchas veces se trata de eso, de percibir el mundo y lo que ocurre de forma diferente, ver conexiones donde no las hay y, con algo de suerte, lograr traducirlo en palabras. 

Hace un tiempo vi un programa en el que entrevistaban a una mujer, Melissa McCracken, que veía colores en la música y pintaba cuadros de canciones que, a simple vista, parecían manchones de diferentes colores. 

McCracken, a quien le parecía de lo más normal su condición, fue consciente de lo que le ocurría, al ver la confusión de un amigo un día en el que estaba escogiendo el tono del celular, y le dijo  que iba a escoger una canción naranja para que hiciera juego con su teléfono azul,

Le gusta pintar funk porque es música colorida y no pinta música country porque es de colores apagados. 

Ojalá que algún día me pinte.