martes, 24 de febrero de 2015

Huevo Duro



Ayer oí mencionar ese plato, que para mí, principalmente, no es más que otro amable recordatorio.  Me vi un episodio de Junior Máster Chef, donde, como prueba a  los 4 semifinalistas, les ponían a cocinar uno. La yema les debía quedar líquida. No sé cuál será el nombre técnico del plato.  En el programa lo llamaron “Huevo pasado por agua”, pero las traducciones del inglés al español siempre dejan mucho por desear.

Hoy me dieron ganas de desayunar huevo duro, pero no como el de la competencia, pues no me agrada que la yema quede líquida sino completamente cocida.  

Cuando estuvo listo y comencé a quitarle la cascara, me trasladé a ese momento, más de una década atrás, cuando presenté hemiplejía, luego de dormir 17 días seguidos.  Una mañana me llevaron el desayuno, y mi madre no había llegado todavía.  Recuerdo que el hambre que tenía era demasiada. Apenas ubicaron la bandeja en la cama, caí en cuenta del plato: “¡Mierda! huevo duro. Solo puedo mover la mano derecha y más o menos tengo ganas de tragarme un caballo entero”.  Entonces lo agarré y comencé a golpearlo contra el plato.

Mi estrategia consistió en golpearlo infinidad de veces, hasta que la cascara no tuviera otra opción que desprenderse por si sola del huevo.  No recuerdo, exactamente, cuanto duré en ese proceso, pero si mi satisfacción cuando logré quitarle la cáscara.   

La vida sería mucho mejor si celebráramos por lo alto ese tipo de pequeñas victorias.