viernes, 18 de julio de 2014

Un par de Letras

Hoy al medio día recorrí un trayecto corto en un bus. Debido a la poco que me iba a demorar viajando en el mismo, y dado que no había ningún asiento disponible, me ubiqué al fondo justo al lado de la puerta de salida.

Suelo hacer esto porque casí siempre es un espacio del bus donde la gente no se amontona, diferente a la mitad del pasillo, que atrae a las personas como un imán.  Lo único jarto del lugar donde suelo acomodarme, es que instantáneamente uno queda portando un letrero invisible, pero legible para los demás que dice "Yo soy el que timbro, solo dígame cuando hacerlo".

Cuando llegué atrás, en uno de los asientos había una mujer de pelo negro y piel muy  blanca (combinación campeona) que me pareció bonita y me quedé mirándola.  Mientras lo seguia haciendo, y pensaba ya  en cualquier otro tema, la mujer me sostuvo la mirada.  Después de un tiempo hizo el típico gesto de " ¿Le gusto, le debo o qué?  Hasta ese momento caí en cuenta y miré hacia la ventana.  Justo antes de bajarme una señora me preguntó "Me timbras por favor?".  El hecho de tutearme, hizo que una gran cantidad de imágenes se me pasaran por la cabeza. El uso del pronombre "me" en esa frase, junto con el tuteo, como dice Millás, "da pie a una red de significados que activan la malla neuronal como si fuera nueva". Otros habrían sido mis pensamientos si me hubiera dicho "timbra por favor", " ¿por favor puede timbrar?" o "¡timbre pues gran pendejo!"

Finalmente la señora se bajo.  Algo que me gusta, cuando quedo de "timbrador" oficial de un bus de transporte público, es ser lo más preciso al momento de oprimir el timbre para que las personas realmente se bajen donde quieren.  

A la larga creo que lo mejor es no tutear a ningún extraño.