martes, 16 de mayo de 2017

Medida justa

La vida de todas las personas está plagada de rituales simples pero repletos de significado y  que ayudan a colorear nuestras rutinas. Uno de los preferidos de Carlos Reyes es preparar tinto.

Sentado en su escritorio vuelve a pensar en  las tres cuartillas que debe entregar mañana, a primera hora.  Sólo tiene el borrador de la primera dentro de su cabeza, pero cada vez que la escribe y luego de leerla en voz alta, decide borrarla. Algo le dice que puede encontrar palabras mas justas, más acertadas para desarrollar la idea que introduce su escrito, pero el desgraciado, el algo, no lo da ningún indicio de cuales son las que debe utilizar.  En estos casos acude a su ritual para hacerle frente al "síndrome de pantalla den blanco".

Se empuja lejos  con las dos manos y se pone de pie.  Arquea su espalda de forma exagerada, parece que se fuera a quebrar por la mitad. Luego camina hacia la cocina.

De su ritual le gusta todo: Medir la cantidad justa de agua, calcular la cantidad exacta de café, girar la perilla de la estufa y escuchar el leve silbido que hace el gas al desplazarse en el aire, presionar, con decisión, el botón que produce la chispa y da paso a la llama.

Una tarea de medidas justas  y que ya tiene grabadas en su cabeza; tan diferente a su proceso de escritura, cuando se engancha en el flujo mental preciso,  que germina con una palabra y se convierte en un río de las mismas.  Un territorio sin confines y con más incertidumbres que certezas.

El sonido del agua, que burbujea , le gusta esa palabra, tal vez la utilice en su escrito, lo rescata de sus pensamientos.  "Medida justa" piensa.  Tal vez eso es lo que define a los buenos textos, esos que están compuestos por una cantidad mínima, como sinónimo de justa, de palabras y que evitan esa verborrea venenosa que a veces se apodera de ellos.

  "Contar, únicamente contar y tratar de nunca caer en la arena movediza de la opinión, que lo confunde todo" piensa, mientras varias ideas comienzan a burbujear en su cabeza.