El prefijo des indica la inversión o negación de un significado. Me parece entonces que la palabra Demente, “deterioro de las facultades mentales”, le hace falta una s o, mejor, para no afectarla, que debería existir otra nueva: Desmente.
Esa palabra haría referencia a ese tipo de situaciones que, imagino, todos hemos experimentado, en las que nos enfrentamos a una situación con poca información, y en las que debemos tomar una decisión rápida. Una de esas en las que no tenemos tiempo para llamar a un amigo ni consultarlo con la almohada; una decisión, como todas, que bifurca nuestro camino para bien o para mal.
Pare ese tipo de momentos es que aplica la palabra desmente, cuando le hacemos más caso a la intuición, al feeling interno que a la razón, y decidimos algo importante en nuestras vidas sin echarle mucha cabeza al asunto, es decir, sin mente.
Esta palabra, no-palabra, implica perfeccionar el arte del porque sí, uno que muy pocos dominan, pues cuanto nos cuesta dejarnos llevar por el impulso, y no sentir la necesidad de tener cada palmo de nuestras vidas medido.
Aquellas situaciones para las que aplica actuar bajo esa palabra, llegan en el momento menos pensado, cuando creemos estar en completa calma o tranquilidad, y de pronto aparece esa urgencia apremiante en la que debemos tomar una decisión, ser desmentes, si es que aplica esa palabra.
Me gustaría escribir más sobre ella, pero se me dificulta porque aún no la he descubierto del todo, y creo que me hace falta experimentarla más, para poder dar una definición más acertada, pero básicamente el llamado es a actuar si pensarlo tanto o, como diría un viejo amigo, Hágale que no viene carro.