martes, 20 de marzo de 2018

Carta

Entro al edificio y luego de saludar al portero, este estira la mano para entregarme unos recibos. “Cuentas y más cuentas”, pienso, parece que a veces la vida se reduce sólo a eso. 

Ya en el ascensor, reviso rápidamente los papeles y caigo en cuenta que hay una carta sin remitente entre ellos. “¿Quién me habrá escrito?”, me pregunto, pues en esta era tecnológica es muy raro recibirlas. Imagino que está escrita a mano y con una letra cursiva, con miles de curvas y recovecos, elegante. “¿Quizás Una admiradora secreta?”, me aventuro a fantasear. 

Al entrar al apartamento boto los recibos encima del comedor y abro el sobre que contiene la carta con ansiedad, como si supiera que su contenido  me va a cambiar la vida. 

Apenas la comienzo a sacar veo que en la esquina superior izquierda tiene un gancho de grapadora, lo que indica que tiene más de una hoja y que el mensaje, declaratoria, lo que sea, es largo. 

Son 2 hojas, pero contrario a lo que pensé, están en blanco. ¡Qué broma tan tarada! Pienso. Pero ¿qué tal que sea un mensaje cifrado?, que alguien no tenga palabras para decirme algo que le molesta, ¿por ejemplo?, o como dice un dicho de mi padre: “Yo no le digo nada y con eso le digo todo”. 

¿Quién será esa persona que, no digamos escribió, sino simplemente envió la carta?, ¿puede llamársele carta a las hojas en blanco que recibí? 

Que extraño es todo.