lunes, 30 de abril de 2018

La mamera, ¿qué hacer con ella?

“¿Pero acaso qué es lo que tiene qué hacer?” Me pregunta. 

Ese otro que nos habita a usted y a mí, estimado lector, repite la pregunta “Si, ¿qué tiene qué hacer?”. La evalúo un par de segundos, y recuerdo que mi interlocutor espera una respuesta, pero antes de que yo pueda decir algo, lo que sea, concluye, como acordándose que debía completar su pregunta: “¿Le da mamera?” Todo, como suele suceder en la vida, se complica en un instante, y ahora, aparte de intentar descifrar si tengo algo por hacer, también debo evaluar si me da mamera. 

Todo hace parte de un mensaje que recibo. Un amigo, que se disfraza como como tercero en la situación, me invita a la celebración de cumpleaños de un primero, otro amigo que hace de homenajeado. El evento se va a celebrar el siguiente fin de semana. 

“No sé, yo le aviso”; esa fue la frase que despertó su inquietud sobre mis planes a futuro, eso que debo o no hacer y que aún intento descifrar. Lo que de verdad pienso, es que falta mucho tiempo para que llegué el sábado como para ponerse a planear las actividades de ese día. Por ejemplo, si alguno de los tres: el primero y el tercero, mis amigos, o el segundo, que creo ser yo, muere de aquí al sábado, ¿qué ganas de celebrar quedarían? Por eso, supongo, mi respuesta tiende a ser evasiva, porque prefiero dejar al futuro, mientras pueda, lo más quieto posible, tener que ver con él en lo más mínimo, por eso se me dificulta responder qué es lo que voy a hacer. 

Ahora la mamera. Me parece increíble que la palabra no exista para los de la RAE, en fin. Andrés Ospina, en su Bogotálogo, la define como: “Estado de extenuación, indisposición, aburrimiento o hartazgo en lo concerniente a una actividad." 

Mientras conversaba e intentaba descifrar lo que tenía o tengo que hacer, que angustia eso, imaginé a la ciudad, en el día futuro del agasajo de mi amigo, envuelta en un aguacero torrencial y, me perdonarán ustedes, pues que pereza salir con ese clima. De pronto ahí está la mamera que, vale la pena aclarar, no tiene que ver nada con el evento, ni con ninguno de mis amigos. 

Independiente de cuál sea el tipo o la causa de esa presunta mamera que quizá tenga y no logro identificar, al igual que eso que debo hacer; Ospina también habla sobre el derecho a ‘mamarse’, y dice que es sagrado e inalienable.