jueves, 2 de abril de 2015

Ideas retorcidas

De cierta forma me intriga saber en qué momento se originan las ideas.  Por ejemplo., la primera línea de El Hobbit que escribió Tolkien fue: “En un agujero en el suelo vivía un Hobbit”, pero no se dedicó toda una tarde a pensar cómo iba a ser el inicio de su novela, simplemente se le ocurrió hacerlo mientras, completamente aburrido,  corregía unos exámenes, encontró un espacio en blanco en uno y anotó esa frase.   

Me imagino que como ese habrán muchos ejemplos similares, no solo en la literatura, sino en cualquier tipo de trabajo.   ¿Cómo saber entonces que la idea perfecta nos va a llegar? Creo que no hay forma de saberlo.

Hoy en la mañana me senté a escribir, y el primer tema que pensé tratar fue la semana santa, una época, para mí, extraña, que siempre parece perderse en el tiempo.  En un principio quería escribir sobre cómo actualmente la devoción religiosa paso a un segundo plano, y un halo de juerga y vacaciones, que depende del nivel de compromiso religioso de cada persona, la cubre.

La verdad no me importa como la asuma cada persona,  y si se dedican a rezar o a la perdición, pero bueno, el punto es que el título de ese  post que quedó en el olvido fue Ben Hur.  Arranqué a escribir frenéticamente, y de repente la idea adquirió otro significado el cual nunca había contemplado, así que pasé lo que había escrito a un documento de word, en el cual anoté otro par de ideas, lo grabé y cerré.

Como la idea irrumpió con cascos de potranca desbocada en mi cabeza, todavía no tengo claro a que quiero hacer referencia. En  esas ocasiones es mejor dejar reposar el escrito, para atacarlo en el momento indicado.

Me gusta la manera en como las ideas se van retorciendo para adquirir nuevos significados.  No creo que la de esta mañana de para una novela o saga, pero me gusta que revolotee en mi cabeza, hasta que se tope con otras que puedan reforzarla, cambiarla o acabarla.  

En un agujero en mí cabeza vive una idea.