jueves, 23 de junio de 2016

Narrativas

Vivimos inmersos en narrativas.  Todo el día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, somos bombardeados, empezando por las conversaciones propias o yo con yo, por miles de mensajes que parecen inofensivos, pero que llevan un trasfondo malicioso.

El otro día mientras conducía sin rumbo fijo, como casi siempre, por la autopista de la información, di con un banner que mostraba tres noticias, todas relacionadas con estética femenina, es decir con ese imperativo actual de que las viejas  tienen que verse bien y/o ser unas mamasitas a todo momento.

"¿Mejor que botox?  Abuela revela su método natural por solo $75900"

No entiendo si el tratamiento de la abuela es mejor que uno de botox  si cuesta el valor que indican o si la abuela es mejor que alguien que se hace llamar botox.  La frase también invita a pensar que la abuela montó un negocio particular con su método natural y vende el secreto a $75900.

"Una madre de Bogotá baja 7 kilogramos en 14 días con este nuevo secreto de dieta"

Me atrevo a pensar que esta madre de la que hablan, es hija de la abuela del método natural y que ambas están obsesionadas con la belleza.  Esa señora bajó la medio pendejadita de medio kilo diario.  Allá ella en su afán de perder peso; lo que me molesta es que  no  cuentan por qué lo hizo de esa manera tan abrupta.  Seguramente es peleadora profesional, acaba de tener un bebé y necesitaba volver al peso que exige su categoría para poder subirse al ring, aunque no es claro por qué pone su vida en peligro si acaba de tener un hijo.  El mundo es un lugar muy extraño.

"Una madre borra 20 años de arrugas siguiendo este sencillo truco"

  ¿Por qué la madre quiere borrar sus arrugas?  ¿Por qué  intenta escapar de algo que no tiene reversa? Tal vez la única forma de hacer eso es como lo dice Roger Daltrey en "My Generation": "Espero morir antes de envejecer", y es que no son 5 o 10 años, que ya me parecen bastantes, los que la madre se quitó de encima, ¡son 20!.  Lo más intrigante del anuncio es la imagen que lo acompaña: una cara de una abuela, excesivamente arrugada,  que  me hace pensar en su aspecto antes de aplicarse ese "sencillo truco."

 ¿Cuantas de esas narrativas cochinas no terminan por colarse en nuestro cerebro?  Ta vez lo mejor sea no aceptar ni trucos,  ni secretos, ni conocer métodos naturales y continuar "feos" pero tranquilos.