lunes, 25 de julio de 2022

Guayabo del alma

Recuerdo que hace mucho tiempo fui con mis hermanas a cine un Domingo. La película que vimos fue El Pianista, ambientada en la segunda guerra mundial. Ya no recuerdo la trama de la historia, pero sí que era triste.

Los tres salimos con la nota baja ese día, y establecimos que para las próximas salidas a cine, de fin de semana,  íbamos a ver películas ligeras, tipo comedias románticas y esas cosas.

Cuando salimos del centro comercial ya eran más de las 6 y media y la tarde se preparaba para convertirse en noche. Entonces llegó ese momento existencial de Domingo en el que, de un momento a otro, y sin ningún motivo aparente, uno se siente triste o como con un vacío por dentro. Si ese estado ha de tener un nombre, no se me ocurre otra manera que llamarlo: "Guayabo del alma".

Quizá tiene que ver con que la mente envía mensajes subconscientes tipo: “Se le acabó el descanso. Me permito recordarle que usted no es millonario y que mañana tiene que volver a la oficina”, pero no creo que solamente tenga que ver con eso. Puede ser que tenga relación con ver la semana como un ciclo y ya, o que desde pequeños venimos con una tristeza programada para la tarde de los domingos cuando el cielo se comienza a oscurecer, qué sé yo.

Esa sensación de guayabo del alma también hace presencia cuando se acaban las vacaciones. Todo parece indicar que tiene una estrecha relación con tener que volver al trabajo, aunque pienso que debe haber algo más de fondo, de genética, de rayes, digamos, ancestrales.

¿Qué se puede hacer? Mirar que rituales aplicar para contrarrestar el guayabo del alma, cuando este intenta apoderarse de nosotros. A mi me funciona ponerme a leer o a escribir, pero cada loco con su tema, ¿acaso no?