miércoles, 29 de diciembre de 2021

Caminar sobre muertos

Una vez, en un taller de crónica, visitamos el Cementerio Central. A primera hora leímos un texto sobre ese lugar y luego lo analizamos. El profesor, un periodista que ahora está 100% dedicado a la literatura, nos hizo caer en cuenta de algunas inconsistencias que tenía, como un par de cifras sin ningún tipo de contexto o soporte, que si uno “leía con ojo crítico”, así decía él, le restaban calidad al texto.

El fin de la visita era sencillo. Llegar al lugar, pasearlo por un rato, fijarnos en algo que nos llamara la atención, para luego escribir un texto.

Ese día hacía frío y una ligera llovizna caía en el centro de la ciudad, un clima algo lúgubre y perfecto, creo, para visitar un cementerio.

De camino a ese lugar me acordé de Alguien camina sobre tu tumba, aquel libro de Mariana Enríquez con crónicas de algunos cementerios que ha visitados en sus viajes, pues son lugares que le causan fascinación.

La primera vez que vi ese libro fue en la Lerner, y el título me llamo mucho la atención. Luego, al año siguiente, en un encuentro con Margarita García Robayo, la escritora colombiana recomendó leer a Enríquez, y cuando investigué un poco sobre ella, me di cuenta de que era la autora de ese libro. Eran muchas coincidencias al mismo tiempo, así que no dude ni un segundo en comprarlo.

Pero les hablaba de la visita al cementerio, ¿cierto? Ese día en la entrada, nos recibió una figura en bronce de la Virgen cargando al niño Jesús. Este tenía los brazos extendidos hacia el cielo, como enviando una plegaria. En una de sus manos alguien le había puesto unas flores rojas y amarillas que se mecían con el viento y a las que ya se les habían caído la mayoría de sus pétalos, eran, si me permiten decirlo, unas flores tristes. La escultura iba acompañada de una placa que decía ““Requiescat in pace” (Descanse en paz). Latín, religión, lluvia, solo faltaba un piano de fondo, en fin, algo tenebrosa la escena.

En un momento de la visita comenzó a llover más duro y tuve que escampar en una hilera de tumbas ubicadas hacia la calle 26. Mientras caminaba distraídamente por el pasillo, me fijaba en algunos de los sepulcros, la mayoría adornados con flores de color rojo.

Me detuve ante una, la de un tal Jorge Rubio Marroquín que decía:

“Noviembre 2 de 1942”

¿Nació y murió en un mismo día?,  ¿Acaso es un bebé”, me pregunté.

Me fui del lugar antes de que al fantasma de Marroquín se le ocurriera tocarme la espalda para responderme.

"De modo que caminamos sobre los cuerpos de aquellos muertos pobres.
No están allá lejos, están debajo. Entiendo que el guía evite decirlo.
Mucha gente se asusta cuando sabe que camina sobre muertos".
- Alguien camina sobre tu tumba -