viernes, 30 de noviembre de 2018

Lenguaje corporal

Salgo de una reunión y decido que debo comprarme un libro. No es un pensamiento muy racional, pues no sé en qué baso la decisión, pero una vez tomada no le doy marcha atrás: hágale que no viene carro

Visito ArteLetra, con su sugestivo aviso rojo de neón, “Abierto”, en letra cursiva. El hecho de que sea necesario timbrar para poder entrar, hace que asocie el lugar con un escondite secreto. Ya adentro, me gusta que parece no haber espacio para ubicar más libros. 

Como finalmente no pude conseguir el artículo “Bienestar” de Pedro Mairal, algo me dice que debo leer al autor pronto, así que pregunto por sus libros. La librera me dice que un momento mientras teclea el nombre en el sistema. “No, lo siento, no tenemos ningún libro de él”. Para no perder el impulso, pregunto que si tienen novelas de Millás, pero tampoco tienen libros de ese autor. Le doy las gracias y me despido. 

Recuerdo que Prólogo está cerca y decido visitarla, no sin antes llamar para verificar si tienen alguna novela de Mairal. Mauricio Lleras, su fundador, es quién contesta. Después de preguntarle por los libros, me pide un momento y al rato me dice que tiene dos de sus novelas: La Uruguaya y una noche con Sabrina. Love “ ¿Cuánto Cuestan?”
“La Uruguaya 42.”
“ ¿Y la de Sabrina?”
Mmmm tengo que mirar bien, porque me sale en el sistema que no cuesta nada”. Le doy las gracias y le digo que paso en un rato. 

Cuando llego le digo que fui el que llamo hace un momento. Me muestra las novelas y me dice que la de Sabrina Love, la primera novela de Mairal con la que recibió el premio Clarín, cuesta $8000. Con ese precio es imposible no llevarla. La Uruguaya me llama la atención pero la considero muy corta para su precio.

Le pregunto a Lleras qué es lo último que ha llegado y que él considere que uno debe leer, me nombra un par de novelas y menciona con entusiasmo una colección de cuentos de Rubem Fonseca. Le digo que ya leí una, me pregunta cuál y le digo que es una que trae todos los cuentos. “Pero por la cara que hizo parece que no le gustó mucho”, concluye Lleras.

No sé qué cara hice, pero el lenguaje corporal me delató; Lleras tiene razón. Le tenía mucha expectativa a los cuentos de Fonseca por lo que había escuchado acerca de El Cobrador, uno de sus cuentos estrella, pero, a la larga, sus cuentos no me engancharon mucho. Siento algo de pena, pena de no tener una capacidad de apreciación literaria aguda como la que, supongo,   tiene Lleras, pero cada quién con en su derecho de calificar los libros como mejor le parezca, ¿acaso no?

Al final, gracias a otro impulso, decido llevar Memoria por Correspondencia de Emma Reyes.