jueves, 14 de noviembre de 2013

Duelo

El martes me tomé un capuchino  después del almuerzo. Primero nos sentamos en una mesa que no tenía sombrilla; de un momento a otro comenzó a hacer mucho sol.  Después de un rato este me estaba dando en toda la cara. Le mencione a mi amiga que si no le parecía mejor que nos hiciéramos en la mesa de al lado que estaba ubicada en la sombra. 

Ella accedió a mi petición, así que nos pusimos de pie, pero luego de dar dos pasos para alcanzar la mesa; un grupo de tres amigos había pensado exactamente lo mismo que nosotros.  Cuando yo alcancé la mesa, un hombre con gabardina llegó también justo en ese instante a la misma.  

Después de que ambos tomáramos con una mano el espaldar de una silla, levantamos la cabeza, y nos miramos con cara de ¿y ahora que carajos hacemos?.  lo único que se me ocurrió decir en voz alta en ese momento fue   ¿pero qué?; a lo que el buen hombre respondió en forma desafiante ¿Piedra, papel o tijera?. En ese instante me sentí en el viejo Oeste, así que exclame un ¡hagale! que encerraba al mismo tiempo la pregunta  ¿quién dijo miedo?

Después de la aceptación del duelo, cada uno alisto su arma mano derecha, y al unísono llevamos el beat de tres tiempos que define el juego.  El primer resultado fue Piedra-Piedra.

Esto se ponía bueno damas y caballeros, nuevamente realizamos el conteo mental y mis entendederas funcionaron de forma correcta, pues supuse que el señor estaba esperando nuevamente una piedra de mi parte; así que él saco Papel sonriendo de forma victoriosa, pero se encontró ante mis afiladas Tijeras. Fue una victoria limpia; ganamos la sombra y a ellos les figuró continuar chupando sol.

El punto es que todos deberíamos aprender de ese señor y  divertirnos con bobadas como esa.  El incidente demuestra que todavía, en esta ciudad, hay gente que le apuesta a la tolerancia y dejar el amargue de lado.