Lunes 2 de enero. El año, como siempre, comienza lento. Las calles están vacías. A las 5 y media de la tarde Lucia y Camilo llegan a un café que parece el único establecimiento, de ese tipo, abierto a esa hora. En la entrada hay un letrero que dice Coffee is always a good idea.
Lucia entra de afán al lugar. Antes de sentarse mira a la cajera que irradia ese tedio laboral, propio de la primera semana del año. Antes de sentarse le dice: "quiero un capuchino por favor". Es esbelta, de pelo rubio que le llega por debajo de la cintura y lleva un vestido largo de color verde zapote, que resalta su figura y termina en una faldita que deja ver unas piernas templadas. Su figura se acopla al imaginario colectivo de: "esta buena".
Apenas se sientan continúan con una conversación que llevaban en la calle. Si tengo dos, uno de 11 y otro menor, le dice Camilo. Lucia se sorprende al saber que tiene hijos; se sorprende y por alguna razón, él le atrae aun más. No sabe si esta casado, si vive con su pareja o esta soltero, pero no importa, el gusto por alguien, siempre barre cualquier rezago de moralidad.
Les sirven sus bebidas, el capuchino que pidió Lucia y una cerveza para Camilo. Él le cuenta que ha hecho muchos videos para artistas y novelas, que incluso viajó a México y le grabó uno a una actriz famosa de la que no recuerda el nombre. A mi no me gustan las novelas, nunca he mirado una, le dice Lucia, mientras Camilo mira disimuladamente su escote, que esconde unos senos redonditos, que desconciertan a la gravedad . Ella se da cuenta, siempre se dan cuenta, y se inclina hacia adelante.
No le prestan importancia a ninguno de los temas que tocan. Camilo piensa en Claudia, su esposa, una gordita peli negra, graciosa. ¿Solo graciosa? se pregunta, concluye, para no sentirse mal que es gordita, graciosa y linda. No tanto como Lucia, mejor dicho es bella pero a su manera.
Ahora Camila habla de grupos de rock de la escena local. Pronuncia de manera muy sexy la palabra Funky. Cada vez que termina una frase, deja la boca ligeramente entreabierta, como invitando a que le den un beso. Luego dice que los bares la estresan y que todos los días va al gimnasio, mi entrenamiento se convirtió en mi estilo de vida. Juega con su pelo mientras habla, y limpia con su lengua algo de espuma que le dejó el último sorbo de su bebida.
Camilo paga la cuenta. Cuando se paran, él la agarra de la cintura. no aprieta mucho, lo suficiente para que su movimiento no traspase las fronteras de la amistad. Camila le sonríe, y ahí si decide agarrarla más fuerte. Cuando salen del café, Camilo vuelve a ver el aviso de la entrada, pero solo lee las tres ultima palabras en forma de pregunta, a good idea?.