viernes, 19 de agosto de 2022

Oda al café

Sentado en su escritorio, Wilkins le da un sorbo al primer café del día. La nueva taza que compró es precisamente de ese color y lleva impresa la siguiente leyenda: Coffee makes everything possible.

Luego de ese sorbo fija su mirada en la cima de las montañas que ve a través de su ventana, Por un segundo se pierde en un pensamiento cualquiera, hasta que piensa que si él fuera poeta seguro escribiría una oda al café, como alguna de las odas elementales de Pablo Neruda. Seguro que la suya no tendría punto de comparación con ninguna del poeta chileno, pero no importa. Su taza deja claro que café hace posible cualquier cosa: desde una oda mediocre hasta una   excelente,  e incluso, vaya uno a saber, la existencia de personajes como Neruda. El café, al parecer, es cosa sería.

Wilkins piensa que en ese poema intentaría describir todos los matices del primer sorbo de la bebida. Cómo entra en la boca, hace contacto con la lengua, para luego deslizarse por la garganta y exaltar, o bien sublevar el espíritu y el alma. Así, piensa, debe ser el tono de un poeta, pero concluye que quizás esté equivocado y todo lo que está pensando no sean más que clichés.

Al darle los últimos sorbos a la bebida, cuando ya está fría, y ha pérdido ese encanto inicial, Wilkins piensa que a las personas que, como a él, les gusta el café, suelen darle mucho bombo a la bebida, y en ocasiones se sienten especiales solo por eso, por el simple hecho de disfrutar de una buena taza de café, algo que, si se mira bien, cree Wilkins, es más bien ridículo.