Ayer, antes de dormirme y como siempre suelo hacer, dediqué unos segundos a mi ritual de prender el televisor y canalear frenéticamente, a ver si algún programa captaba mi atención. Como no vi nada bueno, decidí entonces poner el NATGEO para ver si de pronto estaban dando uno de esos programa de la serie "TABU" que en medio de su amarillismo, no dejan de ser interesantes.
Me encontre en cambio con un episodio de COSMOS actual, donde Carl Sagan ya ni se ve por las curvas, y el que aparece es un señor negro que ni idea como se llama. Pasaron, creo, una imagen de un disco inclinado y amarillo, que más que la foto de una galaxia, parecía un dibujo de trazos repetidos hecho por un niño. Creo que esa imagen, en ese preciso instante, fue la que llamó mi atención y por eso decidí dejar de canalear y escuchar atentamente a lo que el señor decia. Me agradan esos programas porque le hablan a uno como si fuera un tarado, dejando todo claro con ejemplos y palabras sencillas.
El presentador del programa estaba exponiendo lo insignificante que es nuestra existencia, y por ende nuestra raza como un colectivo y como seres individuales. Narraba este señor que nuestra galaxia se encuentra incluida en un universo que debe tener alrededor de 100.000 millones de galaxias , y que no existe ningún fin; pues justo con el límite de nuestro universo se encuentra el comienzo de otro y así sucesivamente. Entonces nuestro universo hace parte de un Multiverso, que se expande y expande, como una poesía sin fin.
A la larga su conclusión fue que este instante de vida en el que todos coincidimos, podemos imaginarlo como si todos estuvieramos ubicados en una mísera mota de polvo. Creo que el mensaje que también quería dejar el programa, es que debemos dejar esa ínfulas de grandeza que todos, independiente de lo que sea que hagamos, solemos llevar a cuestas.