viernes, 16 de febrero de 2024

Hacerse preguntas

A veces me pregunto: ¿Qué tal que esta noche en medio del sueño me de un infarto? En otras ocasiones, por ejemplo, voy caminando por un andén y veo un bus que viene a lo lejos. Entonces pienso: ¿Qué tal que tenga una falla mecánica, qué sé yo, que se le desajuste un tornillo importante del motor, que el conductor pierda el control y me arrolle?

Se podría decir que pienso en la muerte de forma recurrente. Si lo hago es solo a modo de estrategia para tratar de engañarla. Solo tratar porque la condenada es muy astuta y ya sabemos como termina la partida todas las veces. Pero me inclino a pensar que la muerte prefiere llevarse así, de imprevisto, de buenas a primeras, a aquellos que no piensan mucho en ella o que la ven como un evento lejano, es decir, aquellos que la menosprecian. De ahí que me aventure a imaginarme tales escenarios.

Una vez, estoy seguro, la vi en una cafetería a la hora del almuerzo. En esa ocasión tomó la apariencia humana de un rabino. Era un hombre de semblante pálido y su blancura contrastaba de forma violenta con su traje y sombrero negros. Hacía mucho calor, pero el hombre, es decir la muerte, iba tranquila por el frío que siempre la acompaña.

Ese día la muerte, que comía una lasaña y tomaba jugo de naranja, estudiaba con la mirada a las personas que estábamos en ese lugar, la mayoría preocupadas por nimiedades de estudio o trabajo. En un momento se dio cuenta de que la estaba observando y fijamos nuestras miradas por un breve instante. Cuando eso ocurrió pensé que me iba a atorar con un trozo de la mantecada que estaba comiendo.  Imaginé mi fin tan intensamente que comencé a toser. La muerte que, claro, lee los pensamientos se dio cuenta de que estaba pensando en ella y por eso decidió dejarme en paz.

En el último libro que escribieron Arsuaga y Millás, el paleontólogo le cuenta al escritor español que el infarto es el modo de ejecución preferido de los dioses y que por eso las personas utilizan tanto las muletillas “Si Dios quiere” o “Dios mediante”, ya que lo dioses no soportan que no los tengan en cuenta a la hora de hacer un proyecto.

Muerte, dioses, qué complicado es todo.