Tiene que ver mucho con la muerte, pero ¿qué historia no tiene que ver con ese tema? La brillante Rosa Montero dice lo siguiente: “uno de los secretos es llegar a un acuerdo con la muerte para vivir. Me parecería increíble vivir sin pensar en la muerte” De ahí, imagino, su obsesión con ella y el paso del tiempo en toda su obra.
Pero bueno les decía que el cuento se me desmorona, ¿cierto? Lo que pasa es que arranqué a escribir a la guachapanda, pensando que esa pregunta que me hice era suficiente, y le fui metiendo elementos de terror, pero ahora algunas escenas se sienten forzadas, como aleatorias, puestas ahí porque se me dio la gana y nada más.
Le voy a dar un par de días a ver si logro solucionarlo. Si no, creo que lo mejor es borrarlo todo, olvidar esa idea y hacer el deber de cranearme otro cuento con más sentido. Mejor dicho, enterrarlo en el olvido o como dice esa frase que tanto odio y que utilicé en lo que llevo escrito: Dale Señor el descanso eterno. Brille para él la luz perpetua. Aunque también me tienta la idea de terminar de escribirlo, de ponerle punto final, sin importar lo malo que pueda estar. Ya saben, escribir para mis propios ojos.