lunes, 16 de septiembre de 2024

Escribir para mis propios ojos

El siguiente es una los apartes que más me gusta de los diarios de Virginia Woolf:

"Pero lo que es más relevante es mi creencia de que el hábito de escribir
de esta manera solo para mis propios ojos es una buena práctica.
Afloja los ligamentos. No importa los errores y los tropiezos. Yendo
al ritmo que llevo, debo hacer disparos lo más directos e inmediatos
posible hacia mi objetivo, y por lo tanto tengo que echar mano de
las palabras, elegirlas y lanzarlas sin más pausa que la necesaria
para mojar la pluma en la tinta."

Escribir para mis propios ojos. Escribir por el simple placer de hacerlo. Creo que eso es buena escritura. Que a alguien más le guste lo escrito es harina de otro costal. Escribir, de ser posible, para apaciguar el caos del mundo, o por lo menos el interno.

Eso hago: escribo un ejercicio de escritura creativa que consiste en crear una escena o historia de no más de 300 palabras a modo de drama, comedia o tragicomedia y que incluya los títulos de 3 obras de Shakespeare.

Apenas leo el ejercicio, no tengo ni la más mínima idea sobre qué escribir; incluso me da algo de pereza. Luego llega a mi mente el nombre de un personaje William Shokpo, pero minutos más tarde lo cambio por John, porque uno de los títulos que voy a utilizar es king John, junto con Comedy of errors y The tempest.

La primera imagen que me viene a la cabeza es la de Jhon regándose el café sobre su camisa cuando está desayunando. Eso lo obliga a cambiarse y a planchar otra camisa. Le siguen pasando cosas, y son como una bola de nieve que hace que llegue tarde a la oficina.

El ejercicio va saliendo como por sí solo, las piezas narrativas comienzan a encajar como de la nada y, lo mejor de todo, la escena tiene significado, transmite algo más allá de las palabras.

Solo son 274 palabras que edito tres veces y al final me siento bien con la pequeña viñeta de vida de john Shokpo.

Escribir para mis propios ojos sin importar los errores y los tropiezos, haciendo disparos lo más directos e inmediatos posible hacia mi objetivo. Quizás esa sea una de las claves de la escritura.