martes, 20 de agosto de 2019

Volver, dormir, leer y/o escribir

Vuelve y juega, otra vez me ausenté de este espacio por más de dos días. Vuelvo e insisto, vuelvo a lo mismo; vuelvo a escribir acá y me repito, uno no deja de ser solo eso, una serie de repeticiones, en fin. 

Vuelvo y les digo, cuando uno deja de escribir, el mundo, por lo menos el mío, el interno, se desbarajusta de manera microscópica; son cambios imperceptibles, pero con consecuencias catastróficas. Eso es algo que no puedo probar, pero en lo que me gusta creer. 

No escribí porque, claro está, dediqué mi tiempo a otras cosas: ver series, salir, dormir y leer, sobretodo las dos últimas. Tengo un amigo que dice que nunca le gusta tomar una siesta en la tarde. Un día en el que yo tenía mucho sueño, en un viaje que hicimos a Cartagena, le pregunté que por qué no le gustaba dormir con lo rico que es, y él respondió: “Para dormir la eternidad”. Y sí, puede que tenga razón, y que su respuesta evidencia lo efímera que es la vida, pero es que pocas cosas sobrepasan el tumbarse sobre la cama un Domingo a eso de las 5 de la tarde, sobretodo cuando está haciendo frío, ¿acaso no? 

Les decía que lo otro que hice fue leer, una actividad que a veces resulta una paradoja, porque es difícil seleccionar qué hacer entre leer y escribir. ¿De las dos cuál será la más importante?, a veces me inclino a pensar que la segunda es la base de todo, que no puede haber escritura, buena digamos, sin lectura, y que la lectura es más primitiva, casi una necesidad tan básica como comer o el sexo. 

En su libro La Loca de la Casa, Rosa Montero habla sobre el ensayo Letra Herida, de la escritora Nuria Amat quien plantea una pregunta catastrófica: ¿si, por alguna circunstancia que no viene al caso, tuvieras que elegir entre no volver a escribir o no volver a leer nunca jamás, ¿qué escogerías? 

Montero concluye que en los últimos años se ha planteado esa pregunta y que, a modo de juego, se la ha hecho a todos los autores con los que se ha cruzado, y que la inmensa mayoría, por lo menos el noventa por ciento, entre los que ella se incluye,  e incluso más, escogen seguir leyendo.