miércoles, 27 de diciembre de 2017

Opiniones invisibles

Sara y Carlos se encuentran en una librería. Hace meses no se ven y hablan con entusiasmo sobre libros, su punto en común preferido. Sara esta acompañada por un tipo que Carlos no conoce. El sujeto lleva barba rala, tiene puestas unas gafas de marco grueso negro, y una bufanda azul oscuro, enroscada en el cuello que parece no incomodarle, a pesar del calor infernal que hace en el lugar.

Carlos supone que el hombre anda detrás de Sara, sabe que así le gustan a ella, medio intelectuales, medio dejados y medio aburridos.

“¿Tenías que traer a este tarado?” le susurra Carlos al oído

Sara abre los ojos y se lleva un dedo índice a la boca. El sujeto se da cuenta que están hablando y se acerca a ellos. “Sapo marica” piensa Carlos, mientras le sonríe.
“¿Sarita y entonces qué?, ¿cómo te fue con la lectura este año?”, pregunta Carlos
“Pues en medio de mis lecturas del trabajo y la universidad, traté de leer por lo menos una novela cada mes, pero fracasé”
“¿Cuáles te leíste?"
“Haber te digo algunas: Dientes Blancos de Zadie Smith, Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, o como sea que se pronuncie y las ciudades invisibles de Calvino."
“¿Qué tal estuvo el de Calvino?, hace rato lo tengo ubicado en mi radar de lectura”
“Está bien pero no me atrajo del todo. Creo que es un texto reflexivo, descriptivo y quizás evocativo, pero no vi tan clara la historia que quería contar. Tal vez en el futuro le daré otra oportunidad; a veces como que los libros tienen un tiempo con uno, ¿no crees?”
“Cierto”, responde Carlos


Barbas, sobrenombre que le dio Carlos al sujeto apenas le apretó la mano, interviene en la conversación mientras se acomoda la bufanda y se sube las gafas con un dedo índice.

“Sarita”, dice en un tono que le da a Carlos ganas de cachetearlo, “Lo que pasa es que Las ciudades invisibles de Italo—Pronuncia el nombre como si fuera un amigo íntimo con el que se emborrachó el fin de semana pasado— no trata acerca de una o varias historias, en realidad trata sobre las posibilidades del lenguaje.”

“¿Pero quién putas se cree este pseudo-intelectual?”, piensa Carlos, que no sabe si reírse o agarrarlo a pata "¿Acaso no le cabe en la cabeza que un libro nunca es el mismo para dos personas?, ¿que cada lectura, cada novela, texto, columna, poema, noticia, cada conjunto de letras con el que nos topamos a diario, deliberadamente o no, lo interpretamos como se nos dé la gana?"

Carlos y Sara se miran, saben que piensan lo mismo, así que continúan hablando como si nada, no quieren desperdiciar palabras en opiniones, muchos menos en aquellas que consideran invisibles.