Al llegar a las escaleras coincido con dos hombres que están en un curso de Novela Corta en el salón de al lado. Uno le dice al otro "Si el motivo de uno para escribir es la plata, uno nunca escribiría. Uno escribe para sacar cosas de la cabeza."
Quise participar en la conversación e incentivar al hombre a que siguiera hablando pero no lo hice, luego los perdí de vista. El resto del día pensé en su frase: "Uno escribe para sacar cosas de la cabeza".
La frase, sin llegar a ser pretenciosa, es una de esas perlas de sabiduría urbana con las que a veces uno se topa en la calle. Algunos dirán que es obvia y si, lo es, pero en ello radica su fuerza.
De las múltiples válvulas de escape que empleamos para no enloquecer, escribir, es sin duda una de las mejores. Otros se entregarán al trago, el sexo, la política, , rajar del prójimo, la droga, el fútbol, etc. Escribir les lleva un poco de ventaja a todas esas conductas, pues al mismo tiempo que se sacan cosas de la cabeza, también se hacen las paces con estás.
“Él estaba probando un
bisturí eléctrico sobre un filete de vaca.
De súbito me dijo: "Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida
En el momento mismo de
producirla." Comprendí que la
escritura,
Como el bisturí de mi
padre, cicatrizaba las heridas en el instante
De abrirlas e intuí
por qué era escritor.”
– Juan José Millás, El Mundo –