jueves, 16 de junio de 2022

Capítulos cortos

Estoy en una sala de espera y, claro está, espero a que me llamen a consulta. En la sala hay varias personas con bebés. Me pregunto si no me habré equivocado de piso. Miro una de las placas de un consultorio y dice 311, estoy donde se supone debo estar, aunque saber eso con exactitud es difícil, pues muchas veces se cree estar en el lugar que es y se está completamente equivocado, en fin.

Les decía que espero y lo hago leyendo. Los demás, menos los bebés, claro, lo hacen mirando sus celulares. Al verlos me dan ganas de sacar el mío, pero me las aguantó y me aferro con más fuerza al libro.

Se llama Matadero Franklin, y es la historia del narcotraficante chileno Cabro Carrera, el más grande de todos los tiempos dice la contraportada. Lo compré, más o menos a la ciega, o más bien a punta de feeling en la última feria del libro.

No tenía pensado comprar libros, pero justo cuando me decidí a abandonarla, me puse a pasear por un stand con varios libros de la editorial Seix Barral. Vi el que les mencioné y otro de cuentos que dejé de leer, porque me dio la impresión de que el autor se preocupa en enredarse con el lenguaje, es decir, en sonar inteligente en vez de contar cosas, y eso me aburre con toda, así que lo abandoné y comencé Matadero Franklin.

Estoy en la mera exposición de la historia, pero me ha gustado como el autor va introduciendo y entrelazando cada uno de los personajes. También que los capítulos son cortos;  me alcancé a leer tres antes de que me llamaran a consulta.

Volviendo al tema de los lugares en donde estar, uno siempre debería estar metido en la historia de una novela, ahí, al ladito de los personajes, sufriendo o alegrándose con ellos.