viernes, 18 de julio de 2025

Mal de ojos

Apenas se sienta en el escritorio lo escucha. 

Al principio, el zumbido  parece un murmullo lejano. Piensa que es producto de su imaginación, hasta que el sonido se hace persistente y el insecto revolotea a su alrededor: es negra y gorda. Una mosca radioactiva, piensa. Pasa cerca de su cabeza en un par de ocasiones y la ahuyenta moviendo profusamente una de sus manos.

Intenta distraerse leyendo emails o noticias, pero ahora parece que el insecto quedó atrapado entre la cortina y la ventana y choca contra ambos de forma desesperada. Sus alas se golpean con violencia y el zumbido es desesperante.

El hombre se pone de pie, dispuesto a masacrarla, pero su miopía no le permite ubicar al insecto que, cansado, deja de luchar en su prisión. El hombre vuelve a su escritorio y continúa con lo que estaba haciendo.


¿Y si la mosca es una señal?, piensa. Busca en internet y aparece información que dice que, si una mosca revolotea cerca de forma insistente, puede ser una señal de que alguien lo envidia o le está mandando mala energía.


Partida de hijueputas, piensa ahora. Y decide que el insecto va a morir ese mismo día. Justo cuando piensa eso, vuelve a revolotear cerca de su oído derecho. El hombre sacude primero su cabeza y luego su cuerpo con violencia. Otra vez escucha ese zumbido que tanto lo enerva, pero no ve al insecto por ninguna parte.

De repente, una estampida de estornudos lo ataca. Son cuatro y vienen en ráfaga. Cuando el pequeño temblor nasal pasa, el hombre maldice y se pone de pie para ir al baño a sonarse.

Cuando vuelve al escritorio no puede creer lo que ve: la mosca aterrizó justo sobre unos post-its de color amarillo chillón. Ya no tiene forma de camuflarse la pobre. El hombre ve cómo se frota sus patas delanteras una con otra, seguro probando las porquerías sobre las que se han posado. Toma una servilleta y, en un movimiento rápido, se la estampa encima.

El hombre se asombra de que la mosca aceptó su destino y no salió a volar despavorida, como si quisiera que la mataran. El hombre arruga con fuerza, se asegura de que quede bien muerta, luego va al baño, la tira al inodoro y suelta el agua.