Dentro de poco se va a estrenar el documental "Carta a una sombra", basado en el libro El Olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Creo que al ser un documental no importará tanto eso de: "Es mil veces mejor leerse el libro" que tanto pregonan varios militantes de la lectura. De todas maneras yo le recomiendo, estimado lector, que se lo lea, porque la narrativa de Facionlice engancha fácilmente y lo mece a uno como si nada, y de repente uno se devoró el libro en tan solo un par de días, y desearía que hubiera durado mucho más, que fuera una obra extremadamente larga.
En la nota que vi o leí, a veces me aburre ser tan impreciso, mencionaron un pasaje del libro:
"Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá.
Fue la primera discusión teológica de mi vida y la tuve con la hermanita
Josefa, la monja que nos cuidaba a Sol y a mí, los hermanos menores."
Esas palabras dispararon un recuerdo en mi mente que siempre me ha gustado. Mi padre casi siempre trabajo en diferentes ciudades y pueblos de Colombia haciendo carreteras, y muy pocas veces tuvo un trabajo en Bogotá.
Yo debía tener unos 6 años cuando el trabajo lo trajo de vuelta a la capital. Recuerdo que a él le gustaba salir a caminar temprano en la mañana, y me pedía que lo acompañara. Recuerdo también muy bien, la sudadera gris que utilizaba con dos líneas azules que caían desde la cintura hasta los pies. A mí en vez de caminar me tocaba correr a su lado, puesto que en su decidido y rápido andar, un paso de los de él equivalía a varios de los míos, pero eso no me importaba, pues me deleitaba escuchar sus historias.
La caminata, que debía ser de unas 10 cuadras en total, siempre la terminabamos en un Whoper King, donde mí Papá se ponía a leer el periódico, actividad que acompañaba con un jugo de naranja, y yo, muy a eso de las 7 de la mañana, me tomaba un vaso de gaseosa y me comía una porción de papas a la francesa.