sábado, 21 de marzo de 2015

Microoondas automático



Desde hace ya varios años,  mi  desayuno no es eso que unos denominan "trancado".  Recuerdo que cuando estaba en el colegio, desayunaba exageradamente: Huevo (a veces dos), pan con mantequilla y mermelada, cereal y chocolate.  Me solía aplicar semejante banquete muy a las 5:30 de la mañana.

Ahora mi desayuno suele consistir en un café, el cual acompaño con galletas, un pedazo de torta o pan.  Todo un sacrilegio para ese grupo de militantes que veneran al desayuno cómo la comida más importante del día.

Hoy, al momento de prepararme el desayuno y  como casí todos los dias, serví agua en un pocillo para calentarla por 150 segundos en el micorondas. 150 es un número que tecleo casi de forma inconsciente, acción que finalizo oprimiendo el botón de "inicio".

Hoy mi rutina tuvo un ligero cambio, completamente involuntario: Después de realizar el procedimiento que describí, y justo cuando iba a oprimir el botón de inicio, me di cuenta que en vez de 150, había digitado la clave de mi tarjeta debito.
 
 ¿Qué pensamiento se me cruzó por la cabeza en ese momento?  Es chistoso y hasta aterrador, ver como el cerebro le pertenece a uno, pero a la vez es un organo completamente independiente.  

De pronto es por eso que  el mundo hoy en día tiene tanto loco suelto.  Personas que como su vecino, compañero de trabajo, familiar, pareja, etc. parecen y actúan de forma normal, pero de un momento a otro el cerebro les envía una orden que  los lleva a cometer actos involuntarios.