lunes, 9 de marzo de 2020

Inicios y diversión

Escribir es divertido, aunque a veces resulte doloroso o complicado, todo un proceso de catarsis. Pienso, por ejemplo, lo mucho que le tuvo que costar a Piedad Bonnett escribir Lo que no Tiene Nombre, el libro en el que relata la vida y muerte de su hijo. 

Salcedo Ramos dice que si escribir no cuesta algo se está haciendo mal, pero creo que eso no le quita lo divertido. 

Hace un rato me sentía algo ansioso, condición potenciada, imagino, porque hoy es lunes. Como cuesta iniciar la semana; en eso se nos va la vida en los tedios de los lunes y la alegría, casi inexplicable, de la llegada del viernes y el fin de semana. 

Acudí entonces a la escritura, que no sé si sea difícil o no, pero sé que me calma y me centra. Es la vacuna que uso contra los males que azotan mi estado de ánimo.

Escribí un texto que tenía en mente desde hace una semana. Leí algunos artículos miré unas novelas y repasé las notas de otras, y al final resulte con un texto de casi 700 palabras que me gustó; a uno siempre le gusta lo que uno escribe así sea una basura. 

Hace poco me puse a pensar en el inicio de ese texto. Dicen que el comienzo debe ser un golpe narrativo contundente que deje borracho al lector, pero con ganas de pelea, de continuar con la lectura hasta el final. Ahí es cuando uno entiende que escribir si debe ser muy difícil, pues no alcanzo a imaginar como hizo Tolstói para seguir escribiendo Ana Karenina, luego de ese primer párrafo brutal sobre las familias felices e infelices, que ya debe tener miles de análisis, y mantener toda la novela a esa altura. 

La frase que abre el artículo que escribí no es nada del otro mundo. No creo que dejé a los lectores al filo del abismo narrativo y con todas las ganas de caer en él, quizá la revise para hacerla más llamativa, pero puede que este cayendo en un error, pues creo que esas líneas que abren deben resultar naturales y no se deben forzar, o quizá sí, quién sabe. 

Escribir entonces también tiene una gran porción de duda, de interrogante frecuente, pero igual no deja de ser divertido.