martes, 8 de octubre de 2013

Perder la cabeza

Se subió al ascensor de su edificio en el piso 50, siempre le habían gustado las alturas, y se encontró con la cabeza de una persona.  Parecía que estuviera durmiendo; por lo menos se veía más tranquila que la de él en ese momento, con miles de pensamientos en desorden que lo atacaban.

En el piso 26 se subió una señora que después de mirar la cabeza degollada en el piso le preguntó "¿es que usted ha perdido la cabeza?" "No señora  en medio de lo disfuncional que puede llegar a ser, al parecer sigue funcionando".  La señora abandonó el ascensor en el piso 15; dicen los rumores que en el mismo tiene un amante, "un señor con la cabeza grande" aseguran unos, y otros dicen sarcásticamente "debe tener otras cosas grandes", y después rien como niños chiquitos.

Durante todo el recorrido del ascensor evito mirar la cabeza y el charco de sangre que la rodeaba, desde un comienzo supo que era la suya, y por tal razón le dio la espalda al espejo pues tenía miedo de mirar cual era la cabeza que llevaba puesta.

Al abrirse las puertas del ascensor en el primer piso, dos policías lo agarraron y lo estamparon contra una pared mientras le tomaban los brazos para ponerle las esposas;  "!díganos de quién es esa cabeza, asesino!" exclamó uno de los policías.  "Es la mía respondió; tímida pero a la vez agitadamente" "Entonces póngasela y deje de fingir ser otra persona" anotó  el otro agente.

Se agacho tomó su cabeza que había extraviado a propósito hace unos meses, y subió por  las escaleras pensando en como no volver a perderla nunca más.