El título de este post resulta pretencioso, pues es casi imposible contar la vida de alguien en poco más de 500 palabras que, supongo, va a ser la extensión de este post, pero uno nunca sabe qué puede ocurrir con un escrito.
Si Tolkien garabateó en la hoja de un examen que estaba calificando: “En un agujero en el suelo vivía un Hobbit”, la semilla narrativa del mundo de esos seres, que luego fue detallado a fondo en la trilogía del Señor de los Anillos; cualquier cosa podría ocurrir con la vida del Lara de este post. Tiende uno a creer eso, es decir, uno piensa que lleva una novela en el inconsciente, y que en el momento menos pensado va a brotar de las profundidades del cerebro y que lo único que vamos a tener que hacer es pasarla a limpio, en fin.
Dudo que mi novela sea la vida de Lara, pero si así fuera, estoy seguro de que la frase que la abriría sería: “Pobre vida la del pobre Lara que escupió pa’ arriba y le cayó en la cara”, y pueden decirme que soy falto de creatividad e imaginación, pero lo siento nada me hará cambiar de parecer, esa es la frase y punto.
Me imagino que Lara es un tipo como usted o como yo, o bien podría ser una mujer, y también sería como usted pero no como yo, aunque hay quienes dicen que los hombres llevan encima cierto porcentaje de feminidad, al igual que las mujeres cierto porcentaje de masculinidad pero, ¿si ven? Lo escritos, esos grandes monstruos, comienzan a torcerse y dejan el camino principal para andar por trochas poco transitadas, desordenadas, sin nada de inicios, nudos o desenlaces, arcos narrativos y esas cosas.
Volvamos, mientras se pueda, con Lara. Les decía que es como usted o como yo; digamos que lleva una barba rala de un par de días, que yo no tengo, pero puede que usted si, y lleva el pelo largo hasta los hombros.
Eso es parte de lo que sé sobre Lara, y hay otros detalles que no les quiero contar porque me gustaría que se formen la imagen de él que mejor les parezca. Quizá Lara solo es un simple Hobbit metido en un agujero de mi imaginación.