martes, 5 de junio de 2018

Señal en forma de canción

Beerdigung Significa entierro y es el nombre de la canción de Annett Louisan que escucho cuando llego al apartamento. Su final coincide con el momento en que meto la llave en la cerradura. 

Tiendo a pensar que cuando eso ocurre, es decir, cuando el fin de la canción coincide con el momento exacto en que voy a abrir la puerta, es una señal, algo evidente que el universo quiere decirme y que, a pesar de que está enfrente de mis narices, no logro ver ni descifrar. 

Posibilidades de interpretar eso, supongo que hay miles. Puede ser que tenga que ver con tres muertes recientes, una de un familiar y dos de personas conocidas, en semanas pasadas. Aunque imagino que las señales, si es que existen, carecen de sentido si pretenden señalar algo del pasado, y que más bien tienen que ver con ese terreno brumoso, que apenas se está conformando, al que llamamos futuro. Pues de eso se tratan, ¿no? Si vamos por una carretera una señal nos indica la curva peligrosa que estamos a punto de tomar, pero no tendría sentido alguno que nos dijera que hace 5 kilómetros tomamos una. 

Quizás la señal pretende que le vuelva a poner atención a ese idioma, que tanto me cautivó hace unos años. Las ganas por aprenderlo derivaron en unos cuantos cursos en un instituto de lenguas. Luego con una amiga que conocí desde el nivel A1, decidimos tomar clases particulares con una señora que insistía en que yo no me esforzaba lo suficiente, así que me aburrí y desde ahí enterré mis ganas de aprender Alemán, un deutsche Beerdigung

También me aburría las veces en que llegaba a la casa de esa señora y el que me abría era el esposo, pues cometía el error de decirle tímidamente: Guten Morgen o Guten Abend, y el señor se soltaba a hablar en un alemán velocísimo, y de todo lo que decía escasamente entendía un par de palabras, así que terminaba por asentir con la cabeza y soltaba una risita estúpida. No lo culpo, de pronto conversar con los alumnos de su esposa era la única oportunidad que tenía de hacerlo con alguien que no fuera ella, de liberarse de su amargue aunque fuera por un corto tiempo, así la otra persona no le entendiera nada, pero quién sabe, de pronto digo esto porque la señora me caía mal. 

Hace poco una mujer me contó algo con emoción. Según ella, lo que le había ocurrido era una señal y de las buenas. Yo la escuché sin mucho entusiasmo y cuando terminó de hablar no dije nada. “¿No crees en las señales?, me preguntó. “No mucho la verdad”. “Ahh, yo sí” me dijo, y en uno de esos acuerdos tácitos de las conversaciones, decidimos hablar sobre otra cosa.