domingo, 19 de mayo de 2019

Roger

Roger me envía una solicitud de amistad por LinkedIn. No sé quién es, pero hace mucho un coach laboral me sugirió aceptar las invitaciones de extraños en esa red, pues, según él, uno nunca sabe en qué momento va a parecer alguien con quien vamos a poder hacer un negocio, o que nos va a ofrecer una buena oportunidad laboral. Por eso acepto la solicitud de Roger que, según su perfil, estudia en una universidad de Estados Unidos. 

Tiempo después me envía un mensaje: “Juan, gracias por contactarme, ¿cómo estás? 

No entiendo porque me da las gracias si fue él quien me contacto, y, sé que puede sonar estúpido, pero no me siento a gusto con el tuteo por parte de un completo extraño. Le respondo con el ícono de pulgar arriba, una de las opciones por defecto que da la página. 

Pasado un día, Roger contraataca, y ahora me pregunta: “Excelente. Me permite una pregunta… ¿Te gustaría ser pionero en tu país y generar riqueza?”. 

Salta de un pronombre personal al otro como si nada, y su pregunta, que no me dio tiempo de permitírsela, es extraña. ¿Pionero de qué? 

Le respondo que no, que muchas gracias por la oferta, pero que, por el momento, no estoy interesado. Creo que el asunto ya quedó solucionado y que Roger va a proponerle su negocio de generación a riqueza a otra persona, pero no, utiliza una última carta de su juego de palabras: 

“Pero ¿no te gustaría ser libre financieramente de tiempo y dinero?” 

Roger, Roger, Roger, mi amigo virtual, ¿qué te dijera? ¿Qué significa ser libre financieramente?, me imagino que tiene que ver con tener mucho billete, y gastarlo sin ningún tipo de remordimiento, ¿cierto? Y pues sí, me encantaría no sufrir por deudas y dedicarme a tener billete, pero, por otro lado, uno nunca es libre financieramente, es decir, se es esclavo del dinero independiente de si se tiene mucho o poco, ¿acaso no? 

Por otro lado, mi querido amigo no-amigo, creo que ese concepto de libertad que se intenta vender hoy es una farsa, pues nunca somos libres del todo. 

Eso y mucho más quería decirle a Roger, pero me pareció una desfachatez darle cátedra sobre un tema del que sé muy poco, además de un derroche molesto de superioridad moral; por eso decido contestar a su última pregunta con un “No”. 

Roger deja de escribirme.