“En fin, en cualquier caso, lo único obvio es que si tienes que preguntarle algo a alguien, hazlo ya. No esperes a mañana porque el mañana es de los muertos”, dice Manuel Vilas en Ordesa.
Hoy murió N. un amigo de un amigo con el que a veces coincidía en planes, sobre todo de fiesta. Recuerdo uno en particular, de una navidad. Estaba comiendo con un grupo de personas y M, nuestro amigo en común, me llamó para invitarme a una fiesta con N. en Candelario.
Siempre que me veía con él, N, hablaba de cómo había sido su vida en Barcelona, una ciudad que adoraba porque había vivido allá por dos años mientras hacía un máster.
La última vez que nos vimos, estábamos tomando cerveza con M, y esperábamos a N. Cuando llegó insistió en que fuéramos a Asilo Bar, porque el lugar iba a estar repleto de modelos y no sé que más cosas que prometían una noche de excesos.
Cuando llegamos al lugar, las tantas mujeres solas que había mencionado no existían, pero igual la pasamos bueno.
N. Era una de esas personas que siempre tenía que estar haciendo algo, y acompañaba sus acciones con una sonrisa de oreja a oreja. Todo le parecía divertido, en fin, una buena persona.
No me quedé con nada por preguntarle, pues éramos más conocidos que amigos, pero veo cómo muchas personas le dejan mensajes en su muro de Facebook. Sé que están en todo su derecho y es una forma de hacer catarsis y lidiar con la muerte de alguien que era cercano, pero no dejo de preguntarme: ¿Ya qué?
¨Por eso me acordé de la frase de Vilas.