jueves, 28 de mayo de 2020

Lecturas que cuestan

Hay veces en que unas lecturas cuestan más que otras. Ricardo Silva dice que en el momento en que uno no encuentra placer al leer un libro, lo mejor es abandonarlo y volver a él, o dejar que llegue de nuevo a la vida de uno, sin forzar las cosas. Aunque hay veces que los libros parecen que no van a enganchar y pasadas unas páginas resultan buenísimos, en fin. 

A mí, por ejemplo, me costó mucho leer 2666 de Bolaño, que en realidad son 5 libros de los que el escritor dejó instrucciones de publicación ante la posibilidad de una muerte próxima, indicando el orden y periodicidad de las publicaciones (1 cada año). Bolaño creía que esa obra iba a solventar el futuro económico de sus hijos. 

Leí esa novela en aquel tiempo en que salí con T, que era una lectora consumada en ese entonces. En uno de nuestros encuentros, que por lo general consistían en tomar cerveza, comer sushi y hablar horas y horas, me habló maravillas de Los Detectives Salvajes, otra de las obras del escritor chileno. Tiempo después, en momentos previos a uno de nuestros encuentros, pasé por una librería y me compré una edición de tapa roja dura muy elegante de 2666, porque en el lugar no tenían la novela que T. me había recomendado. Me costo mucho meterme en la historia de esa novela; creo que la extensa longitud de los capítulos fue uno de los factores que no me facilito la lectura. 

“Conversación en la Catedral es la mejor novela de Vargas Llosa”, me dijo un día Peter, un amigo. Siempre tuve en mente su frase y en una feria del libro me encontré esa novela. Con otros libros en mis manos comencé a hojearla a ver si de pronto le podría ver alguna de sus virtudes por encima. La contraportada tiene una frase de Vargas Llosa que dice: “Si tuviera que salvar del fuego una sola de las novelas que he escrito, Salvaría esta”. Semejante declaración me llevó a comprar la novela, pero también me costó mucho leerla. Reconozco que en cuanto a estructura es tremenda, pero hay otras novelas del escritor peruano que me han gustado más. 

Imagino que son lecturas que cuestan, no porque sean libros malos, sino libros a los que uno llegó o ellos llegaron— me gusta pensar que los libros lo encuentran a uno y no al revés—, en un momento que no era el indicado. Ya les contaré si mi opinión cambia si me animo a releerlas.