lunes, 10 de noviembre de 2014

Delgada Línea

Existen muchas delgadas líneas a lo largo de la vida.  A diario, aunque suene algo trágico, todos caminamos sobre una como si fuera una cuerda floja; la delgada línea entre la vida y la muerte.  Si hoy continuamos vivos es por puras cuestiones probabilísticas.  Definitivamente la muerte o la vida, depende del punto de vista, es una delgada línea que siempre estará presente.

    
Existen otras tres delgadas líneas que son supremamente importantes, afectan nuestro diario vivir y definen muchas de las cosas que nos pasan.  Estas son: la de la opinión, critica y juzgamiento. Es muy complicado hacer equilibrio en ellas, y no somos del todo conscientes en que momento saltamos de la una a la otra como si nada.

Creo que los tres conceptos son el mismo, pero cada uno tiene un nivel de picante diferente.  Todo empieza, creo yo, en una idea que se convierte en opinión; lo complicado es que por más que creamos que solo tenemos una en nuestra cabeza o que la  estamos expresando, otras personas la pueden tomar como una crítica.  En este orden de ideas la opinión y la crítica serían mutuamente excluyentes.

Por último, con el nivel de picante más bravo, hasta casi un veneno, se encuentra el juzgamiento.  Esa actitud donde nos cerramos ante cualquier idea, opnión y/o crítica que nos expongan y comenzamos a juzgar a diestra y siniestra.  De dicho estado escasamente se salva el Dalai Lama, de resto todos somos unas máquinas programadas para juzgar, y aun así solemos catalogarnos como personas creativas e innovadoras, cuando esta claro que ese acto de juzgar aniquila de manera fulminante cualquier conato de proceso creativo.

 ¿Que hacer? ¿Cómo no pasar de la delgada línea de la opinión a la de la crítica o peor aun a la del juzgamiento?  Indiscutiblemente nos toca vivir  más relajados y abiertos a cualquier cambio en nuestro entorno.  Apostarle a una opinión sincera y poco pretenciosa, que si se convierte en crítica, esta sea constructiva, y evitar a toda costa caer en el estúpido juego del juzgamiento.  

 ¿Sobre cual delgada línea camina usted, estimado lector?