jueves, 23 de marzo de 2017

El peso de la ley

No me gusta hacer reseñas de los libros que leo, pues una reseña no deja de ser una opinión y estas, aunque no lo queramos, siempre van a juzgar, además la verdad es que a nadie le interesan nuestras opiniones sobre lo que sea. Siempre cargamos para todo lado y defendemos a capa y espada nuestra "verdad" y es difícil abandonar ese territorio de supuesta sabiduría o que una opinión supere nuestros sistemas de defensa. 

Como no hago reseñas, me limito a marcar frases o párrafos enteros que, por una u otra razón, me causan algún impacto, qué sé yo, he vivido una experiencia similar, me evocan recuerdos, o me parecen un total acierto de palabras por parte del autor.

Algunas veces las notas ocupan varias páginas y en ocasiones las comparto todas, a pesar de haber leído miles de veces eso de:

"No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático , ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor"

¿Cuántas veces no cometimos un delito sacando fotocopias en la universidad? y, aparte de esos métodos, ¿cuáles son esos "otros métodos" que mencionan? ¿aprenderse, por ejemplo, El Señor de los Anillos de memoria y compartirlo como relato oral?

Suelo pasar una mala noche los días en los que comparto las notas de un libro.  Duermo mal, cualquier ruido me despierta y una sensación de delincuencia flota cerca de mi. Una vez soñé que un equipo táctico de operaciones, compuesto por 6 tipos rudos, armados de pies a cabeza con máscaras antigases que seguro ocultaban gestos de rabia y de querer partirle la cabeza a alguien, tumbaban la puerta de mí cuarto para luego balear mi computador, donde almaceno el cuerpo del delito.

Uno nunca sabe en qué momento  le va a caer  el peso de la lay encima