Ya sabemos que cuando se deja de practicar algo que a uno le gusta mucho, el curso de la vida se despiporra y pueden ocurrir desgracias pequeñas o gigantes.
Podría salir por la tangente, inventarme mil excusas. Salir con la típica frase hecha de: Es que una cosa llevo a la otra” o cualquier barrabasada semejante, pero no. Mejor acudo a otra de esas frases sin sentido: Las cosas pasan por algo” que, en medio de todo, guarda algo de verdad. Es obvio que las cosas pasan por algo, algo que uno hizo o dejó de hacer.
En mi caso esa cosa fue dejar de escribir. No importa si la razón fue pereza, cansancio o una mezcla de ambos estados.
Me pregunto a dónde a dónde fueron a parar esos textos que debí haber escrito esos días.
A veces pienso que tenemos cierta cantidad de palabras destinadas para cada día y que si no hacemos uso de ellas, se esfuman para siempre, o van a dar en la cabeza de otra persona que si las va a saber aprovechar.
A veces pienso que tenemos cierta cantidad de palabras destinadas para cada día y que si no hacemos uso de ellas, se esfuman para siempre, o van a dar en la cabeza de otra persona que si las va a saber aprovechar.
Entonces heme aquí tratando de recuperar el ritmo que he perdido, escribiendo 4 posts de un solo tacazo, porque mañana salgo de viaje y mis niveles de pisco rigidez están por lo alto, y una voz interna me dice que si no lo hago, pueden ocurrir grandes desastres.
Ya ven, aquí estoy salvando mi vida y la de ustedes.